Energéticos en el s. XX.
Los
hidrocarburos, combustibles fósiles, son una fuente de energía primaria con
grandes ventajas en cuanto a su extracción, manejo y uso, por lo que se
convirtieron en el energético más importante de este siglo. Desde el punto de
vista de los energéticos empleados, se puede hacer un recorrido por la historia
de la civilización, empezando por los cazadores recolectores de los principios
de la humanidad, que usaban su propia energía, hasta llegar a nuestra sociedad
basada en el petróleo. Todavía al final del siglo XIX los energéticos más
importantes eran la madera y el carbón. A finales del siglo XX, con el uso del
petróleo, la cantidad de energía útil per cápita fue veinte veces mayor. Claro
que hablamos en promedio y sabemos que el uso de la energía es una de las
principales diferencias entre los países ricos y los pobres. Además, a pesar de
este enorme desarrollo, ya desde principios de los años setenta se plantearon
serias dudas sobre la disponibilidad de los combustibles fósiles a nivel
mundial, en el transcurso de los años.
México
cuenta con grandes reservas probadas de hidrocarburos, alrededor de 40,000
millones de barriles de petróleo crudo equivalente. Sin embargo, la
diversificación energética es necesaria por varios motivos principales: hay
aspectos técnicos y económicos que limitan el volumen de hidrocarburos que se
puede extraer del subsuelo y hay un aumento en el costo del barril a medida que
se hace más compleja la extracción. Además, el petróleo es muy importante
también en la elaboración de materiales sintéticos y, en cierta forma, se
desaprovecha como combustible. Finalmente, es un recurso no renovable.
Las fuentes primarias de energía:
hidrocarburos, hidroenergía, carbón, nuclear, geotermia y solar. Son fuentes no
renovables aquellas que no podemos recuperar en tiempos comparables con la vida
humana. Las necesidades internas son la demanda de energía de los sectores de
la economía nacional, tales como: energético, industrial, transporte,
comercial, doméstico y agrícola.
Por
ejemplo, y simplificando sobremanera la problemática real, se podría definir
que los requerimientos internos de energía dependerán del estado de la economía
nacional; los volúmenes de exportación de hidrocarburos obedecerán a la
situación del mercado internacional y a la capacidad tecnológica nacional, y la
participación de energéticos alternos se sujetará a las innovaciones
tecnológicas y acciones de política.
Existen
diferentes métodos para hacer planeación energética. Por ejemplo el llamado
LEAP, de las siglas en inglés para "planeación a largo alcance de energías
alternativas" (Manzini et al, 1999),
es un modelo que permite evaluar el efecto de diferentes políticas energéticas
en el consumo de energía y en sus consecuentes emisiones. Dentro de este
esquema se calcula la energía consumida por la demanda, a partir de la energía
gastada por los diferentes sectores finales de México. Por ejemplo, los
sectores finales son el residencial, el agrícola, el industrial, el transporte
y la energía consumida por el propio sector energético. La fase de transporte
incluye generación y distribución de electricidad, las refinerías, las plantas
de gas, la producción de gas natural, y la producción de petróleo y coque. Una
vez que se calcula la energía de la demanda, las fuentes primarias y las
transformaciones deben ser compatibles con ésta.
Se sabe que
en 1996 el 74% de la energía primaria neta de México se usó en los sectores
finales y el 19%, en la transformación. El 7 % restante fueron pérdidas por
distribución y almacenaje. Sólo el 11.6 % vino de fuentes de energía
renovables. Para imaginar lo que pasará en 2025, se pueden construir tres
escenarios diferentes con base en las siguientes suposiciones.
En el
primer escenario se considera a los hidrocarburos como la principal fuente de
energía. En el sector de generación de potencia se usa tecnología basada en
combustolio. En el segundo escenario, la fuente privilegiada es el gas natural.
Toda la instalación nueva de capacidad energética se basa en tecnologías de gas
natural. En el tercer escenario, las fuentes de energía renovables se usan para
suplir las nuevas necesidades de demanda, siempre y cuando sean factibles tanto
desde el punto de vista económico como del técnico, lo que implicaría que el
31% de la energía total primaria vendría de fuentes renovables.
¿Cómo
podemos evaluar estos escenarios? Un factor fundamental es medir sus impactos
en el medio ambiente. Muchos procesos de combustión energética van acompañados
de emisiones, principalmente de CO2, metano, NOx y SOx. El primer escenario es
el que más rápidamente contamina. El uso de gas natural disminuye el ritmo de
la contaminación. La diversificación de fuentes de energía, con el uso de
fuentes renovables, nos ofrece un escenario en el cual se puede llegar a
controlar y reducir la contaminación ambiental. Además, en este último esquema
se ahorra petróleo para utilizarlo en otras aplicaciones.
Los
resultados anteriores son escenarios de futuros posibles de la Demanda Interna
de Energía Primaria en México y las fuentes primarias y tecnologías que las
satisfarán. Se debe siempre considerar, además, que un programa de ahorro de
energía repercutiría muy favorablemente en los requerimientos nacionales de
inversión, divisas y desarrollo tecnológico.
En primer
lugar, se deberá establecer una política específica para la energetización
rural, que determine los objetivos a alcanzar en el nivel energético a
abastecer.
El grado de
industrialización de un país ya no se medirá por la cantidad de tipos
diferentes de aceros que produzca, sino por el desarrollo que alcance en tres
áreas, principalmente: electrónica, biotecnología y nuevos materiales.
La
importancia del sector energético es de tal magnitud en México, que los costos
de las diversas actividades no se pueden circunscribir a unas empresas o al
sector, sino que se debe considerar el costo para la nación.
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