lunes, 6 de mayo de 2013

La Guerra Fría.


Guerra Fría.

Este concepto designa esencialmente la larga y abierta rivalidad que enfrentó a EE.UU. y la Unión Soviética y sus respectivos aliados tras la segunda guerra mundial. Este conflicto fue la clave de las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo y se libró en los frentes político, económica y propagandístico, pero solo de forma muy limitada en el frente militar.

El motivo de que la "guerra fría" no se convirtiera en "caliente" fue la aparición del arma nuclear. Antes de la bomba, la guerra era, como afirmó Clausewitz, la continuación de la política por otros medios, tras Hiroshima, la confrontación directa entre las potencias llevaba a la catástrofe general. Los crecientes arsenales nucleares que las superpotencias fueron acumulando impidieron una guerra directa que nadie hubiera ganado, sin embargo, EE.UU. y la URSS y sus aliados utilizaron la intimidación, la propaganda, la subversión, la guerra local mediante aliados interpuestos... Iniciada de forma clara y definitiva en 1947, tras un rápido proceso de deterioro en las relaciones de los antiguos aliados, la guerra fría alcanzó su cenit en 1948–53. 

Muro de Berlín.

Caída del muro.

Tras diversos períodos de distensión y enfrentamiento, la llegada de Gorbachov al poder en la URSS desencadenó un proceso que culminará con la desintegración de la URSS en 1991. La guerra fría había concluido.





domingo, 5 de mayo de 2013

La Guerra Civil Española (parte 2)


La dimensión internacional del conflicto

La guerra civil española fue uno de los conflictos del s.XX que más repercusión internacional provocó.  En el conflicto español se entrecruzaron a la vez los intereses estratégicos de las potencias y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento.
Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento ofrecer una ayuda importante a los rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini y Hitler no solo podía conseguir beneficios estratégicos, Italia continuaba su política de expansión mediterránea y Alemania podía obtener un aliado que amenazara la retaguardia francesa, sino que ayudaban a un aliado ideológico en su lucha contra los sistemas democráticos y las ideologías obreras. Portugal se unió desde un principio a esta ayuda a Franco.
La URSS, por otro lado, tuvo muy claro desde un principio su compromiso de ayuda a la República. No sólo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro del conflicto entre las potencias al otro confín de Europa, alejando el interés de Hitler de sus fronteras.
Las grandes democracias tuvieron una actitud que podemos catalogar como uno de los grandes engaños diplomáticos del siglo. Gran Bretaña estaba decidida desde un principio a mantenerse neutral. El gobierno conservador británico veía con aprensión la extensión de la influencia germano-italiana a la península y la consecuente puesta en peligro de su base de Gibraltar y su ruta imperial a la India; sin embargo, la orientación revolucionaria que pronto tomaron los acontecimientos en la zona republicana alejó definitivamente de la cabeza del gobierno conservador la posibilidad de una ayuda a la República. El gobierno francés, pese a estar conformado por el izquierdista Frente Popular, siguió lo marcado desde Londres.
La actitud de las democracias ante la guerra española se enmarca en su ilusoria búsqueda de una política de conciliación con Hitler. El Reino Unido, y con él Francia, habían optado hacía tiempo por tratar de evitar cualquier enfrentamiento que pudiera llevar a una guerra general.
El mayor ejemplo de esta actitud fue la política de apaciguamiento ante las potencias fascistas, que alcanzó su cenit con la firma del Pacto de Munich en septiembre de 1938. Se puede afirmar que desde ese momento, las esperanzas de la República desaparecieron.
Otro buen ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso de Estados Unidos aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para otro lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible a Franco.
El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico, ofreció a las demás potencias un pacto de no intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar ni hombres ni material de guerra a ninguno de los bandos en conflicto. Nació así el denominado Comité de no intervención al cual se adhirieron todas las potencias. El Comité fue una farsa, mientras Francia y Gran Bretaña se abstenían de ayudar al régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron de forma masiva y decisiva la causa de Franco. La única potencia a la que pudo volver sus ojos el gobierno de Madrid fue la URSS, algo que, indefectiblemente, repercutió en la evolución interna de los acontecimientos en la zona republicana. 

La ayuda extranjera

La desigual ayuda exterior recibida por ambos bandos fue uno de los factores que explican la victoria de los nacionales.
El bando nacional recibió desde un primer momento una decidida ayuda de Hitler y Mussolini. La colaboración de Portugal, aunque no fue decisiva en el terreno militar, permitió el libre paso de armas para el ejército de Franco por territorio luso (Lucitania). Por último, hay que señalar las tropas marroquíes integradas en el Ejército franquista y que a menudo fueron utilizadas como fuerzas de choque.
La única ayuda que recibió el bando republicano de las democracias fue las escasas armas enviadas desde Francia en los primeros momentos del conflicto. La ayuda francesa quedó inmediatamente cortada tras la firma del Pacto de no intervención.
La ayuda soviética comenzó a llegar a tiempo para ayudar en la defensa de Madrid. Sin embargo, aunque fue importante fue más dispersa y de menor calidad que la que recibió Franco.

Las Brigadas Internacionales estuvieron constituidas por grupos de voluntarios, no todos comunistas pero reclutados por la Internacional Comunista en muchos países del mundo. Fueron unos cuarenta mil y tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel.
Las presiones del Comité de no intervención y el desinterés de Stalin, que pensaba ya en buscar algún tipo de acuerdo con Hitler, hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938. De nuevo, el Comité de no intervención fracasó en su intento de que las tropas italianas que apoyaban a Franco abandonaran España.

Las consecuencias de la guerra civil

Consecuencias demográficas
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias; la reducción de la natalidad consiguiente...
Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra.  A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y la pérdida de población joven.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña.
En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país: una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: las élites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.

Consecuencias económicas
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950.
Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:
·    Destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria.
·     Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, comunicaciones, infraestructuras...
·     Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.

Consecuencias sociales
El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.

Consecuencias morales
La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra.
El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos por un rasgo clave del franquismo. 

La Guerra Civil Española (parte 1).


La sublevación militar

El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla. Desde allí se extendió rápidamente al conjunto del protectorado de Marruecos. El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió a la península y los archipiélagos. Mientras el gobierno de Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los acontecimientos. El golpe triunfó en Galicia, Castilla-León, Navarra, con el general Mola en Pamplona, Andalucia Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla,Baleares, excepto Menorca, con el general Goded que después se desplazó a Barcelona para ponerse al frente de la insurrección, y Canarias, desde donde Franco, tras asegurar el triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos el día 19 para ponerse al frente del ejército de África. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el general Aranda, Granada, donde tuvo lugar asesinato de García Lorca, y Zaragoza con el general Cabanellas.

El fracaso de la rebelión

El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía. Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el nuevo presidente Giral entregó armas a las milicias obreras, y en Barcelona, donde una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En general, exceptuando en Navarra y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas. Factores como las dudas o la resolución de los sublevados y las autoridades encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel de la Guardia Civil fueron claves para entender el resultado final del golpe en cada zona del país.

La división del país en dos zonas: el inicio de la guerra civil

El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra. La zona nacional contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla y Galicia y las minas de carbón leonés y de Riotinto en Huelva. Ante todo, tenía un ejército mucho más preparado que contaba con divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía y, sobre todo, con el Ejército de África, la Legión y los Regulares. En la zona republicana quedaron comprendidas las regiones industriales, y contaba con el trigo en La Mancha y los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de las reservas de oro del Banco de España. Sin embargo, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas. La mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno disolvió muchas unidades cuya fidelidad era dudosa. La Armada, sin muchos de sus oficiales, y la Aviación permanecieron en manos del gobierno republicano.


El desarrollo de la guerra civil
-La descomposición política tras el golpe y la represión
-Avance nacionalista durante los primeros meses de la guerra

-Batalla de Madrid

-Batallas del Jarama y Guadalajara. La toma de Málaga 
-Campaña del Norte

-De Teruel a la batalla del Ebro

El final de la guerra

La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había producido un enorme y patético éxodo de población. Más de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración. Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas en el bando republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo era que el conflicto español quedara integrada en la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra. Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio un golpe contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de Abril de 1939 terminaba la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo democrático de la segunda república.

La zona republicana

El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera revolución social.Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares, centros de producción. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar legalmente lo que los comités hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las grandes propiedades y, en algún caso, las medianas y pequeñas. En las zonas donde predominaban los socialistas se llevó a cabo la socialización de la tierra y su producción. En las zonas de hegemonía anarquista tuvo lugar una colectivización total de la propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero. En septiembre de 1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer ministro en España.
El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y crear una estructura de poder centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de guerra. La tarea era enorme difícil. El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a menudo se enfrentaban entre sí, especialmente los anarquistas con socialistas y comunistas.  Los gobiernos autónomos eran otro factor de disgregación. No sin dudas, el nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre se aprobó el Estatuto vasco. Jose Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente del gobierno autónomo.
En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos modelos. Por un lado, la CNT-FAI y POUM que emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su lema era "Revolución y guerra al mismo tiempo". Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad. Su lema era "Primero la guerra y después la revolución".
Las disensiones internas fueron continuas y llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de 1937. El gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del gobierno central, trató de tomar el control de la Telefónica de Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la guerra. El intento desencadenó una insurrección y los combates callejeros se extendieron por Barcelona.
La crisis de mayo de 1937, provocó la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno presidido por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La ayuda soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a una fuerza muy influyente.
Los enfrentamientos entre stalinistas y trostkistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM fue ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, "desapareció" estando en manos de agentes soviéticos. Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso una mayor centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular, acabando con la indisciplina de las milicias.
A partir de marzo de 1938, momento en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras la postura oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía defendiendo la  "resistencia a ultranza", algunos dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de la necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los internos: la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó del poder a Negrín. La esperanza de negociar con Franco se disipó inmediatamente, cuando el dictador exigió la rendición incondicional.


La zona nacional

La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la insurrección sin un líder claro. El 24 julio tuvo lugar una reunión de los generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional. Las medidas que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas.

En esos momentos la propaganda nacionalista acaba de configurar la justificación del golpe militar contra un gobierno democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un  Alzamiento Nacional  contra una República "marxista" y "antiespañola". La Iglesia Católica, duramente perseguida en la zona republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza que está asolando el país: la guerra es una Cruzada para liberar a España del ateísmo.
Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, el mejor ejemplo es la devolución a sus propietarios de las tierras repartidas en la reforma agraria, e intervención del Estado en la economía siguiendo los principios de la ideología fascista. Así,  en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población.
La necesidad de contar con una dirección única era evidente para unos militares educados en la disciplina y la jerarquía. Así el 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español. Sus éxitos militares, el estar al frente del poderoso Ejército de África y el apoyo de Alemania con la que mantenía contactos directos explican el ascenso al poder de Franco. En adelante, el Caudillo, como le empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando nacional, establece una dictadura personal basada en un régimen militar. Una Junta Técnica del Estado, formada por militares, se conforma como órgano consultivo del dictador.
En abril de 1937,  se aprobó el Decreto de Unificación. Falangistas y carlistas quedaron unificados en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional.  El modelo de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la España franquista.
La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical y estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones patronales y obreras.
El nuevo régimen estableció un estado confesional. Volvió la subvención estatal de la Iglesia, se abolió el divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el Nacional-catolicismo.
Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos. En febrero de 1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que se designaba "rebeldes" a todos los que se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.

Los regímenes totalitarios.


Fascismo
Italia tenía dentro de sus prioridades, la expansión territorial y esto la llevó a cambiarse del grupo de la Triple alianza al grupo de países de la Triple entente dirigidos por Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial, sin embargo no salió económica ni territorialmente beneficiada a la firma de tratados en esa repartición que realizan los países vencedores. Lo que se manifiesta en su economía en los siguientes indicadores como: crecimiento de su deuda externa, se registra un gran desempleo y enfrenta problemas económicos.
Siendo estos elementos fundamentales y haciendo “suyas las demandas de los trabajadores”, aliándose al sector empresarial y a la iglesia y explotando el nacionalismo de su pueblo, Benito Mussolini llega al poder, tomando como objetivo fundamental el engrandecimiento de la nación, además de convertirse en el “Duce” que significaba el “Jefe”, ejerciendo el poder autoritario y creando el Partido Fascista, realizando el adoctrinamiento a los niños y a los jóvenes donde es fundamental la enseñanza de la fidelidad y obediencia al “Duce,” teniendo en cuenta que todo debe ser con el estado y nada contra el estado.
De esta forma, “controlaba” reprimiendo y adoctrinando a su pueblo de manera interna y de manera externa, ejerció una política de expansión agresiva para lo que consideraba importante: lograr un crecimiento de la población premiando a las familias numerosas.


Nazismo
Durante los primeros años del siglo XX en Alemania, al igual que en varios países europeos, se enfrentaba a serios problemas económicos, políticos y sociales, pero de manera especial en Alemania se manifestaban grandes contradicciones sociales, además de lo que significó que perdieran la Primera Guerra Mundial y las sanciones que le fueron impuestas en el Tratado de Versalles, haciéndose acreedores a ceder territorios conquistados, pagos de indemnización, reducción de su ejército, entregar parte del material de guerra y su flota, estos factores fueron importantes para generar y explotar un sentimiento de “nacionalismo” para recuperar territorios que consideraban suyos. Este sentimiento de nacionalismo fue un elemento fundamental para el establecimiento del nazismo encabezado por Adolfo Hitler.
El Partido Obrero Alemán, dentro de su programa político consideraba dos puntos fundamentales: el no cumplir con los tratados de paz, en especial con el Tratado de Versalles y la exclusión de los judíos de la comunidad alemana. Después de que Hitler ingresa a esa agrupación, ésta se convierte en el Partido Obrero Nacional Socialista Alemán del que Hitler se consolida como su dirigente natural.
En 1923 Hitler intenta dar un golpe de estado y ante su fracaso es detenido. En prisión escribe su libro “Mi lucha”, que será la doctrina guía de los nazis, de donde son retomadas las ideas que enarbola su líder, de entre las cuales destacan:
•Las ideas racistas, dividiendo al mundo en razas inferiores y superiores o arias, representada por los alemanes.
•El antisemitismo, que significa el odio hacia los judíos.
•La obediencia a un líder carismático.
Finalmente, en 1933, Hitler llega al poder deshaciéndose de sus enemigos, entre ellos los comunistas, e inicia en Alemania un estado totalitario convirtiéndose en el Führer, manifestándose en la centralización del poder a través del establecimiento de un partido único (Nazi); control de la clase trabajadora; medios de comunicación; creación de la policía secreta (Gestapo); la construcción y funcionamiento de campos de concentración: primero en Alemania y posteriormente en Polonia, en donde se construye el de Auschwitz I y II, este último no le dio tiempo terminarlo.
A estos campos eran enviados judíos en su mayoría, así como marxistas, homosexuales y polacos, que murieron en cámaras de gas, celdas de castigo, por desnutrición, sometidos a jornadas de trabajo excesivo. A muchos prisioneros se les desprendió la piel para convertirlos en lámparas o prendas de vestir, se les arrancó el cabello para realizar pelucas, o bien que sirvieran de relleno de los abrigos de jefes alemanes.
Aún existen hoy evidencias de estos horrores en Polonia al oeste de Cracovia, donde se encuentra un museo donde se exhiben las cabelleras arrancadas, el calzado roto, las pertenecías con las que llegaban al campo de exterminio, entre otros objetos. Y un dato irónico: en la puerta de entrada al campo de concentración de Auschwitz I, fue colocada la leyenda “El trabajo nos hará libres”.
De esta forma, el nazismo representa una etapa de crueldad ejercida del hombre sobre el mismo hombre.


Estalinismo
A la muerte de Lenin en 1924, José Stalin toma el poder y se convierte en el jefe supremo de la URSS, derrotando así a León Trotsky a través de una serie de intrigas políticas que le permiten imponerse sobre sus enemigos convirtiendo al socialismo soviético en un totalitarismo de estado, lo cual se manifestó en una centralización del poder por parte de su gobierno a través del apoyo del partido único (PCUS).
El estalinismo está caracterizado por los rasgos más autoritarios del comunismo implantado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) posterior a la muerte de Lenin y una vez superada la resistencia de los principales opositores a Stalin, especialmente la de León Trotsky.
El imperio de la burocracia, el recurso arbitrario a la represión de las masas, un desproporcionado culto a la personalidad y la ejecución de los enemigos políticos (en las que la historiografía ha denominado ‘purgas’) constituyeron los fundamentos esenciales del estalinismo. El término también ha sido empleado para referirse a las dictaduras comunistas caracterizadas por los mismos elementos: la de Camboya durante el régimen de Pol Pot, la de Rumania durante el gobierno de Nicolae Ceausescu y la de Corea del Norte con Kim Il Sung.
La política estalinista cambió radicalmente en la sociedad soviética. Una sociedad agraria con islotes industrializados fue transformada en todas sus estructuras. Los mejores indicadores son el crecimiento de la población industrial y urbana, la incorporación masiva de la mujer al trabajo, el retroceso del analfabetismo (uno de los logros más espectaculares) o el despegue tecnológico.
El partido y el Estado son lo suficientemente fuertes como para imponer esta política, gracias a ello la tasa de crecimiento económico se recupera espectacularmente. Stalin se sirve de la burocracia para fortalecer el partido y el Estado creando así una nueva clase social privilegiada, la nomenclatura.
Con esta política aparece la tesis del desarrollo del socialismo en un solo país que supone el cierre de la economía y la autarquía. El consumo se controla a través de los planes quinquenales y se aumenta gracias al consumo interno, sobre todo de bienes de equipo.
Las depuraciones de la disidencia son masivas, particularmente entre 1936 y 1939. El desarrollo económico se fundamenta en los bienes de equipo y de la industria militar.
La sociedad se militariza como para una guerra. La guerra llega en 1941. Otra de las características de ese gobierno fue la de establecer un régimen del terror. Stalin desde el poder, vuelve a plantear el comunismo de guerra e inicia el gran giro. El régimen estalinista se consolida y comienza la guerra fría con los aliados.


El Falangismo
El Falangismo español fue una doctrina ideológica creada por el general José Antonio Primo de Rivera con el apoyo del rey Alfonso XIII, la cual le permitió establecer un estado totalitario, así como la suspensión de la Constitución y la creación de una Asamblea Nacional Constitucionalista, el establecimiento de partido único, así como el adoctrinamiento de niños y jóvenes. Todas estas medidas asumidas, son llevadas a cabo hasta su muerte, que acontece en 1930.
En 1931 se instaura la República a través de un proceso electoral democrático, ganado por partidos políticos de izquierda conformado por socialistas y liberales. Sin embargo, ante esta situación, en 1936 Francisco Franco organiza un golpe de estado y llega al poder con el apoyo de la Iglesia y de grupos conservadores contra del establecimiento de la República. Como respuesta, se inició la Guerra Civil, que termina en 1939. A partir del 1 de abril de ese mismo año establece una dictadura que se prolonga hasta su muerte (1975).
Su gobierno se sustenta en un estado totalitario, caracterizado por centralización del poder, represión hacia sus enemigos políticos, persecución de comunistas, establecimiento del catolicismo como religión oficial y en los primeros años de su dictadura se alía a los gobiernos de Alemania e Italia, considerando que esto le llevaría a conquistar territorios y recobrar el poder que España logró en ciertos momentos de la historia.


Nacionalismo japonés con Hirohito.
Japón se ha caracterizado por tener un objetivo muy claro, su política expansionista que los ha llevado a incursionar fuera de sus fronteras. Esto lo vivió China ya que Japón siempre se ha sentido atraído por sus territorios (Manchuria, Pekín). El representante del gobierno totalitario en Japón fue el emperador Hirohito, quien basó su fuerza en el ejército, aliándose con Alemania e Italia, quienes tenían un objetivo en común, una política expansionista y, aunado a esto su descontento por la forma en que se realizó la distribución de colonias territoriales al término de la Primera Guerra Mundial. Aquí también fue fundamental el culto a la persona y centralización del poder en el emperador.

La Gran Depresión de 1929.


CAUSAS
Sobreproducción

La entrada en guerra de los Estados Unidos en 1917 inauguró una etapa de fuerte crecimiento. Su economía continuó a pleno rendimiento durante los años de posguerra alcanzando su cenit en 1924.
El mercado se inundó de mercancías, pero la demanda no creció a igual ritmo, lo que condujo a un desequilibrio que indujo a la saturación del negocio y la acumulación de stocks invendibles.
El descenso de ventas se intentó corregir mediante el recurso a créditos fáciles y la venta a plazos. Los estadounidenses se endeudaron y esta situación se prolongó algún tiempo.
Por otra parte, la prosperidad no afectó a todos los ámbitos económicos por igual, quedó restringida a la industria de bienes de consumo. En el campo y en el sector de las materias primas el escenario fue bien distinto.
El mercado americano se vio desbordado, tras una sucesión de excelentes cosechas, de productos agrícolas. Los stocks se fueron acumulando por cuanto la demanda europea, muy elevada durante los años de guerra, se contrajo tras el conflicto.
La reacción de los productores al intentar mantener sus ganancias fue intensificar la producción, pero el efecto que se consiguió fue negativo: el desplome de los precios. Entonces las autoridades federales pusieron en práctica una política de signo proteccionista basada en el incentivo de la destrucción de cosechas y la adquisición de excedentes con la pretensión de estabilizar los precios.
Al concluir la contienda, la retracción de las importaciones de los países beligerantes se tradujo en el incremento de los excedentes y desplome de los precios.
Los campesinos fueron incapaces de saldar las deudas contraídas con los bancos.

Especulación

La economía norteamericana de los años veinte se sustentaba sobre frágiles pilares pues, en buena parte, estaba orientada a la especulación. Una sustanciosa parte de las ganancias empresariales no era destinada la mejora de la productividad sino a negocios fáciles y rápidos.

Los excedentes monetarios iban a parar a las bolsas donde se adquirían acciones a bajo precio y se vendían en cuanto su cotización era elevada.
A partir de 1926 ese modelo económico entró en declive.
Paradójicamente este panorama no se correspondía con la euforia que vivía el mercado bursátil, donde la escalada en la cotización de los valores era ininterrumpida y alentada por la presión de la demanda.
La razón esencial de este crecimiento hay que buscarla en la crisis industrial, ya que la merma de los beneficios empresariales alentaba al capital a buscar otros ámbitos donde hacer cristalizar los negocios.
Parte del problema radicaba en que la fuerte demanda de acciones se sustenta en capitales obtenidos mediante créditos: los bancos prestaban dinero con la sola garantía de las acciones adquiridas.
La oferta y demanda de acciones originaron un desequilibrio entre el mercado de valores y la economía productiva.

Inflación crediticia
En una economía recalentada y con un elevado nivel de saturación del mercado, se generalizó el recurso al crédito bancario como fórmula para contrarrestar el descenso de demanda e incentivar el consumo de bienes procedentes de la industria (automóviles, teléfonos, refrigeradores, etc).


Dependencia
La dependencia se gestó durante el conflicto mundial de 1914, a lo largo del cual los aliados fueron recibiendo cuantiosos créditos que les permitieron la adquisición de material bélico, materias primas y alimentos.
El final de la guerra no alteró sustancialmente la situación; por contra los préstamos se extendieron incluso a los antiguos enemigos, especialmente a Alemania que los empleó para satisfacer los pagos de las indemnizaciones de guerra.
Las economías americana y europea estaban pues estrechamente vinculadas.
Cuando, a raíz de la crisis de 1929, el presidente Hoover, siguiendo una política proteccionista, elevó los aranceles sobre los bienes extranjeros, los europeos encontraron serias dificultades para resolver sus deudas con Estados Unidos.

La dependencia económica respecto a Norteamérica se extendió por el resto del mundo. Asia, América y África, suministradoras de materias primas, con economías orientadas a la exportación, fueron especialmente vulnerables a los vaivenes del mercado internacional.
El hundimiento de la economía estadounidense arrastró a las europeas, muy ligadas al dólar, a los créditos y al sistema bancario norteamericano. Al contraerse la demanda industrial, el tráfico de materias primas se redujo y las economías coloniales entraron también en recesión. América latina, India y las posesiones africanas de Europa fueron gravemente perjudicadas por una crisis de alcance internacional.



EL CRACK DE LA BOLSA DE NUEVA YORK
El 24 de octubre de 1929 ha recibido el nombre de "Jueves negro". Las razones de tal apelativo residen en que ese día la Bolsa de Nueva York, el mayor mercado de valores del mundo, se hundió y arrastró consigo a la ruina a miles de inversores desatando una crisis que condujo a la depresión de los años 30.
El 21 de octubre esas ventas se incrementaron, pero fueron contrarrestadas por las compras que realizaron las grandes entidades bancarias (Banca Morgan).
Ese 24 de octubre se pusieron a la venta 13 millones acciones sin que en contrapartida las compras fuesen significativas. El martes 29 fueron 33 millones las que se enajenaron. La oferta masiva de títulos devaluó su cotización e impulsó a los inversores a desprenderse de sus activos.
El camino hacia el crac comenzó cuando ciertos inversores, inquietos por los indicios de debilidad del mercado, decidieron vender. Especialmente sensibles a estos signos fueron los pequeños especuladores.
El temor y la preocupación precedieron al pánico y a mediodía de dicho jueves la policía se vio obligada a desalojar la Bolsa ante los tumultos que se produjeron en sus inmediaciones. Se rumoreaba que varios acaudalados millonarios, arruinados, se habían suicidado.
El paso siguiente en el proceso fue la actuación de los bancos, que temerosos de la retirada de ahorros por parte de sus clientes, vendieron sus propias acciones con el fin de obtener liquidez, acentuado de ese modo la caída del mercado.
El 29 de octubre el descenso continuó imparable a pesar del esfuerzo de los bancos por evitar el desplome de las cotizaciones mediante la adquisición de valores.
Las empresas fueron privadas de ese modo de una fuente esencial de financiación y se vieron empujadas a reestructurar la producción y sus plantillas laborales. Unas 32.000 firmas desaparecieron entre 1929 y 1932.
La interrupción de los créditos al consumo constriñó la demanda y la actividad productiva industrial. La combinación de restricción de créditos, quiebras bancarias y cierre de empresas originó un paro sin precedentes.


Extensión de la crisis
La exportación del desastre se originó cuando los bancos americanos, cancelaron sus aportaciones crediticias en el exterior, repatriando sus capitales y provocando la quiebra en cadena de los bancos europeos.
Europa (especialmente Alemania y Austria), con una economía estrechamente vinculada a los préstamos norteamericanos (unos 14.000 millones de dólares), dejó de adquirir productos americanos, retrayendo la demanda de alimentos y materias primas a terceros países. El comercio mundial se redujo entre 1929 y 1932 en dos tercios respecto al período precedente.
Las relaciones comerciales se contrajeron y se limitaron a acuerdos bilaterales interestatales.

Una excepción a la crisis fue la URSS. La revolución socialista de 1917 había triunfado, destruyendo el sistema capitalista.
Durante el desarrollo del Segundo (1933-1938), se introdujeron elementos organizativos que mejoraron la productividad y estimularon la competitividad (stajanovismo), convirtiendo al país en la tercera potencia mundial, por detrás de Estados Unidos y Alemania.


sábado, 4 de mayo de 2013

La situación de Europa a partir de 1919.


La crisis de posguerra (1920-1924)

Concluida la guerra los antiguos contendientes emprendieron la reconstrucción de sus respectivas economías. 1919 fue un año de relativo crecimiento debido a la demanda de bienes de consumo doméstico y al positivo efecto ejercido por los créditos norteamericanos.
Pero las secuelas de la guerra (inflación, desmovilización de tropas, falta de puestos de trabajo, endeudamiento, dislocamiento financiero, etc) condujeron a una recesión que se inició en 1920 y no se superó hasta 1924. Este retroceso obedeció a causas relacionadas con las dificultades en la reconversión de una economía bélica a otra de paz y a desajustes entre la oferta y la demanda. Ésta última se estancó tras el momentáneo tirón que supuso la adquisición de efectos domésticos, aplazada hasta la consecución de la paz.

Alimentaron la crisis dos problemas fundamentales: el de las deudas contraídas durante la contienda, y el de las reparaciones de guerra que Alemania estaba obligada a pagar a los vencedores (Versalles). La relación entre ambos fue estrecha, y el papel que jugaron los créditos americanos en su solución, fundamental.
Estados Unidos, acreedor de los aliados, aplicó, con el fin de controlar la inflación, una política restrictiva de préstamos tendente a reducir la masa monetaria circulante o, lo que es lo mismo, puso en práctica una estrategia deflacionista, al tiempo que implantaba medidas proteccionistas. El efecto consiguiente fue la disminución de la actividad económica europea y una escalada del paro.
Gran Bretaña, acreedora de los aliados por un valor de 1300 millones de libras, era a su vez deudora de los Estados Unidos por un monto de 850 millones. No es de extrañar que reclamase los pagos a sus deudores para poder atender sus propias responsabilidades.
Francia por su parte cifraba sus esperanzas de solventar sus deudas con los Estados Unidos en el cobro de las altas indemnizaciones de guerra que confiaba recibir de Alemania. A lo largo de la década ejerció una constante presión sobre ésta para obligarla a satisfacer cantidades que algunos economistas (Keynes) consideraban excesivas. 
Alemania, la peor parada, debía desembolsar la cantidad de 6.000 millones de libras con un pago inicial de 1.000 millones. Su economía no estaba preparada para semejante esfuerzo y no pudo hacer frente a las entregas. Como medida de presión para hacer pagar a Alemania el ejército francés ocupó la zona industrial del Ruhr en enero de 1923. El marco, -unidad monetaria alemana- perdió gran parte de su valor, se devaluó y provocó una desbocada hiperinflación que disparó los precios, desencadenando altos niveles de desempleo.
La difícil solución del problema obligó a abordar la cuestión de las reparaciones de guerra desde una perspectiva diferente. Es lo que hizo el llamado Plan Dawes seguido del Plan Young: rebajar las cantidades que estaba obligada a liquidar Alemania (finalmente condonadas en la Conferencia de Lausana de 1932). Cuando por fin se puso término al tema de las indemnizaciones, Alemania había satisfecho el equivalente a una cuarta parte de las cantidades que inicialmente habían sido fijadas en el Tratado de Versalles.

Período de crecimiento (1924-1929)

A partir de 1924 y hasta 1929, la economía mantuvo el rumbo hacia superación de la crisis de posguerra. Los Estados Unidos se erigieron en la mayor potencia del orbe. Este período de bonanza económica fue acompañado de comportamientos determinados por el optimismo y el consumismo, asociados al fenómeno denominado "felices años veinte". 
En gran medida la recuperación se debió a la ejecución en 1924 del Plan Dawes (del financiero y político estadounidense Charles Dawes), que redujo significativamente las cantidades que Alemania había de abonar a los vencedores, flexibilizaba el pago de las mismas y, sobre todo, arbitraba la concesión de importantes créditos que permitían al Estado germano hacerles frente.
El objetivo del plan era hacer que Alemania estuviese en disposición de satisfacer a sus acreedores y que éstos, a su vez deudores de Estados Unidos, consiguiesen saldar sus obligaciones con ellos, estableciéndose una especie de circuito del dinero que, en definitiva, retornaría a su lugar de origen.

El plan contemplaba asimismo el abandono a partir de 1925 del territorio del Ruhr, ocupado por franceses y belgas en 1923.

En el plano político se inauguró un período de distensión que se completó en 1925 con los acuerdos de Locarno, a través de los cuales Alemania fue admitida como miembro de pleno derecho en la Sociedad de naciones 




Sobre esas bases de estabilización económica y optimismo político se sustentarían los "Felices años veinte".