El blog azul
lunes, 6 de mayo de 2013
La Guerra Fría.
Guerra Fría.
domingo, 5 de mayo de 2013
La Guerra Civil Española (parte 2)
La dimensión internacional del conflicto
La guerra civil española fue uno de los
conflictos del s.XX que más repercusión
internacional provocó. En el conflicto español se
entrecruzaron a la vez los intereses
estratégicos de las potencias y el compromiso ideológico de
las grandes corrientes políticas del
momento.
Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento
ofrecer una ayuda importante a
los rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini y Hitler no solo podía
conseguir beneficios estratégicos,
Italia continuaba su política de expansión mediterránea y Alemania podía
obtener un aliado que amenazara la retaguardia francesa, sino que ayudaban a un aliado ideológico en
su lucha contra los sistemas democráticos y las ideologías obreras. Portugal se unió desde un
principio a esta ayuda a Franco.
La URSS, por otro lado, tuvo muy claro desde un principio su
compromiso de ayuda a la República.
No sólo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro
del conflicto entre las potencias al otro confín de Europa, alejando el interés
de Hitler de sus fronteras.
Las grandes democracias tuvieron una actitud que podemos catalogar
como uno de los grandes engaños
diplomáticos del siglo. Gran Bretaña estaba decidida desde un principio a
mantenerse neutral. El
gobierno conservador británico veía con aprensión la extensión de la influencia
germano-italiana a la península y la consecuente puesta en peligro de su base
de Gibraltar y su ruta imperial a la India; sin embargo, la orientación
revolucionaria que pronto tomaron los acontecimientos en la zona republicana
alejó definitivamente de la cabeza del gobierno conservador la posibilidad de
una ayuda a la República. El gobierno
francés, pese a estar conformado por el izquierdista Frente
Popular, siguió lo marcado desde
Londres.
La actitud de las democracias ante la guerra
española se enmarca en su ilusoria búsqueda de una política de conciliación con
Hitler. El Reino Unido, y con él Francia, habían optado hacía tiempo por tratar
de evitar cualquier enfrentamiento que pudiera llevar a una guerra general.
El mayor ejemplo de esta actitud fue la política de apaciguamiento ante las
potencias fascistas, que alcanzó su cenit con la firma del Pacto de Munich en septiembre de 1938. Se
puede afirmar que desde ese momento, las esperanzas de la República
desaparecieron.
Otro buen ejemplo de esta actitud fue la
política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso de Estados Unidos
aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para
otro lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible
a Franco.
El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico,
ofreció a las demás potencias un pacto
de no intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar
ni hombres ni material de guerra a ninguno de los bandos en conflicto. Nació
así el denominado Comité de no intervención al cual se
adhirieron todas las potencias. El Comité fue una farsa, mientras Francia y Gran Bretaña se abstenían de ayudar al
régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron de forma
masiva y decisiva la causa de Franco. La única potencia a la que pudo volver
sus ojos el gobierno de Madrid fue la URSS, algo que, indefectiblemente, repercutió en la evolución
interna de los acontecimientos en la zona republicana.
La ayuda extranjera
La desigual ayuda exterior recibida por ambos bandos fue uno de los factores que explican la victoria de los nacionales.
El bando nacional recibió desde un primer momento una decidida ayuda de Hitler y Mussolini.
La colaboración de Portugal,
aunque no fue decisiva en el terreno militar, permitió el libre paso de armas
para el ejército de Franco por territorio luso (Lucitania). Por último, hay que
señalar las tropas marroquíes integradas
en el Ejército franquista y que a menudo fueron utilizadas como fuerzas de
choque.
La única ayuda que recibió el bando republicano de las
democracias fue las escasas armas enviadas desde Francia en los primeros
momentos del conflicto. La ayuda francesa quedó inmediatamente cortada tras la
firma del Pacto de no intervención.
La ayuda soviética comenzó a llegar a tiempo para ayudar en la
defensa de Madrid. Sin embargo, aunque fue importante fue más dispersa y de menor calidad que
la que recibió Franco.
Las Brigadas Internacionales estuvieron constituidas por grupos
de voluntarios, no todos comunistas pero reclutados por la Internacional
Comunista en muchos países del mundo. Fueron unos cuarenta mil y tuvieron un
papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel.
Las presiones del Comité de no intervención y el desinterés
de Stalin, que pensaba ya
en buscar algún tipo de acuerdo con Hitler,
hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938. De nuevo,
el Comité de no intervención fracasó
en su intento de que las tropas italianas que apoyaban a Franco abandonaran
España.
Las consecuencias de
la guerra civil
Consecuencias demográficas
Se
han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó
el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias; la reducción de la natalidad consiguiente...
Los cálculos más
aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste
demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la
cifra de no nacidos y la pérdida de población joven.
Otro
elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la
guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo
lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña.
En conjunto, se
calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados.
Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a
España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una
importante pérdida demográfica para el país: una población joven y activa, que
incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: las élites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.
Consecuencias económicas
La
guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela
su magnitud: la renta nacional y per
cápita no recuperará el
nivel de 1936 hasta la década de 1950.
Estos
fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:
·
Destrucción del tejido industrial del
país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria.
· Destrucción de viviendas, se calculan en unas
doscientas cincuenta mil, comunicaciones, infraestructuras...
· Aumento
de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por
el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.
Consecuencias sociales
El
resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y
social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera.
Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los
trabajadores.
Consecuencias morales
La
guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la
represión de la larga posguerra.
El
régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la
guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos por un rasgo clave del
franquismo.
La Guerra Civil Española (parte 1).
La
sublevación militar
El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla.
Desde allí se extendió rápidamente al conjunto del protectorado de Marruecos. El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió
a la península y
los archipiélagos. Mientras
el gobierno de Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los
acontecimientos. El
golpe triunfó en Galicia, Castilla-León, Navarra, con el general Mola en Pamplona, Andalucia Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla,Baleares, excepto Menorca, con el
general Goded que
después se desplazó a Barcelona para ponerse al frente de la insurrección,
y Canarias, desde
donde Franco, tras asegurar
el triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos el día 19 para
ponerse al frente del ejército de
África. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el general Aranda, Granada, donde tuvo lugar asesinato de
García Lorca, y Zaragoza con
el general Cabanellas.
El
fracaso de la rebelión
El golpe fracasó
en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV
colaboró finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y
la zona oriental de Andalucía. Los
fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el nuevo presidente Giral entregó armas a las
milicias obreras, y en Barcelona,
donde una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y
la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En general,
exceptuando en Navarra y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas.
Factores como las dudas o la resolución de los sublevados y las autoridades
encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel
de la Guardia Civil fueron claves para entender el resultado final del golpe en
cada zona del país.
La
división del país en dos zonas: el inicio de la guerra civil
El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra. La zona nacional contaba con las
reservas de cereal y ganado de Castilla y Galicia y las minas de carbón leonés
y de Riotinto en Huelva. Ante todo, tenía un ejército mucho más preparado que contaba con divisiones íntegras
en Castilla, Galicia y Andalucía y, sobre todo, con el Ejército de África, la
Legión y los Regulares. En la zona republicana quedaron
comprendidas las regiones industriales, y contaba con el trigo en La Mancha y
los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de las reservas
de oro del Banco de España. Sin embargo, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas. La
mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno disolvió muchas
unidades cuya fidelidad era dudosa. La Armada, sin muchos de sus oficiales, y
la Aviación permanecieron en manos del gobierno republicano.
El
desarrollo de la guerra civil
-La descomposición política tras el golpe y la represión
-Avance nacionalista durante los primeros
meses de la guerra
-Batalla de Madrid
-Batallas del Jarama y Guadalajara. La toma de Málaga
-Campaña del Norte
-De Teruel a la batalla del Ebro
El final de
la guerra
La
antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las
tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se
había producido un enorme y patético éxodo de población. Más
de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos
de concentración. Ante
la inminente derrota, las divisiones
internas se hicieron aún más profundas en el bando republicano. El
gobierno de Negrín, con el
apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo
era que el conflicto español quedara integrada en la inminente guerra europea y
mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española
encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra. Contra
esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el
coronel Casado dio un golpe contra el gobierno de Negrín.
Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas
entraron en Madrid y
el 1 de Abril de 1939 terminaba
la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo
democrático de la segunda república.
La zona
republicana
El fracaso del golpe militar desencadenó en la
zona republicana una verdadera revolución
social.Los comités de los partidos y sindicatos
obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros
militares, centros de producción. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar
legalmente lo que los comités hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las
grandes propiedades y, en algún caso, las medianas y pequeñas. En las zonas
donde predominaban los socialistas se llevó a cabo la socialización de la tierra y su
producción. En las zonas de hegemonía anarquista tuvo lugar una colectivización total de la
propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero. En septiembre de
1936 se estableció un gobierno de
unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos
nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer
ministro en España.
El gran desafío del nuevo gobierno era
recuperar el control de la situación y crear una estructura
de poder centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el
esfuerzo de guerra. La tarea era enorme difícil. El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a
menudo se enfrentaban entre sí, especialmente los anarquistas con
socialistas y comunistas. Los gobiernos autónomos eran otro factor de disgregación. No sin
dudas, el nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre
se aprobó el Estatuto vasco. Jose
Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente del
gobierno autónomo.
En la zona republicana se enfrentaron
básicamente dos modelos.
Por un lado, la CNT-FAI y POUM que emprendieron la
inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su lema era "Revolución y guerra al mismo
tiempo". Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por
otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar
el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la
pequeña y mediana propiedad. Su lema era "Primero la guerra y después la revolución".
Las disensiones
internas fueron continuas y llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de 1937. El gobierno
de la Generalitat,
siguiendo instrucciones del gobierno central, trató de tomar el control de la
Telefónica de Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la
guerra. El intento desencadenó una insurrección y los combates callejeros se
extendieron por Barcelona.
La crisis de
mayo de 1937, provocó la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno presidido por el socialista
Negrín, tenía una mayoría de ministros del PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas
defendidas por el PCE. La ayuda
soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser un grupo
minoritario a una fuerza muy influyente.
Los enfrentamientos
entre stalinistas y trostkistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM fue ilegalizado y su
dirigente, Andreu Nin,
"desapareció" estando en manos de agentes soviéticos. Aunque
ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se
impuso una mayor centralización en
la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular, acabando con la
indisciplina de las milicias.
A partir
de marzo de 1938, momento
en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en dos la
zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras
la postura oficial,
representada por Negrín y apoyada
por el PCE y parte del PSOE, seguía defendiendo la "resistencia a ultranza",
algunos dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de la necesidad de negociar ante la
perspectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre
de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la
ayuda soviética; y los internos:
la caída de Cataluña, reforzaron
la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó
del poder a Negrín. La esperanza de negociar con Franco se disipó
inmediatamente, cuando el dictador exigió la rendición incondicional.
La zona
nacional
La muerte del general Sanjurjo,
el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la
insurrección sin un líder claro. El 24 julio tuvo lugar una reunión de los
generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se
configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional. Las medidas
que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las libertades y
se disolvieron todos los partidos políticos,
excepto la Falange y
los requetés carlistas.
En esos momentos la propaganda nacionalista acaba de
configurar la justificación del golpe militar contra un gobierno
democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un Alzamiento
Nacional contra una República "marxista" y
"antiespañola". La Iglesia Católica, duramente perseguida en la zona
republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza que está
asolando el país: la guerra es una Cruzada para liberar a España del
ateísmo.
Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron
encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, el mejor
ejemplo es la devolución a sus propietarios de las tierras repartidas en la
reforma agraria, e intervención del
Estado en la economía siguiendo los principios de la ideología
fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que pasó a controlar el
abastecimiento de pan de la población.
La
necesidad de contar con una dirección única era evidente para unos militares
educados en la disciplina y la jerarquía. Así el 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno
del Estado español. Sus éxitos militares, el estar al frente del
poderoso Ejército de África y el apoyo de Alemania con la que mantenía contactos
directos explican el ascenso al poder de Franco. En adelante, el Caudillo,
como le empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando nacional,
establece una dictadura personal basada en un régimen militar. Una Junta Técnica del Estado,
formada por militares, se conforma como órgano consultivo del dictador.
En abril de
1937, se aprobó el Decreto de Unificación. Falangistas y
carlistas quedaron unificados en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como
el Movimiento
Nacional. El modelo
de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se
imponía en la España franquista.
La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura
de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la
censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical y
estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones patronales y
obreras.
El nuevo
régimen estableció un estado
confesional. Volvió la subvención estatal de la Iglesia, se abolió el
divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación volvió a manos del
clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el Nacional-catolicismo.
Por último, se creó una legislación que
institucionalizó la represión contra los vencidos. En febrero de 1939 se aprobó
la Ley de Responsabilidades Políticas,
por la que se designaba "rebeldes" a todos los que se hubieran
enfrentado al Movimiento Nacional.
Los regímenes totalitarios.
Fascismo
Italia
tenía dentro de sus prioridades, la expansión territorial y esto la llevó a
cambiarse del grupo de la Triple alianza al grupo de países de la Triple entente
dirigidos por Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial, sin embargo no
salió económica ni territorialmente beneficiada a la firma de tratados en esa
repartición que realizan los países vencedores. Lo que se manifiesta en su
economía en los siguientes indicadores como: crecimiento de su deuda externa,
se registra un gran desempleo y enfrenta problemas económicos.
Siendo
estos elementos fundamentales y haciendo “suyas las demandas de los
trabajadores”, aliándose al sector empresarial y a la iglesia y explotando el
nacionalismo de su pueblo, Benito Mussolini llega al poder, tomando como
objetivo fundamental el engrandecimiento de la nación, además de convertirse en
el “Duce” que significaba el “Jefe”, ejerciendo el poder autoritario y creando
el Partido Fascista, realizando el adoctrinamiento a los niños y a los jóvenes
donde es fundamental la enseñanza de la fidelidad y obediencia al “Duce,”
teniendo en cuenta que todo debe ser con el estado y nada contra el estado.
De
esta forma, “controlaba” reprimiendo y adoctrinando a su pueblo de manera
interna y de manera externa, ejerció una política de expansión agresiva para lo
que consideraba importante: lograr un crecimiento de la población premiando a
las familias numerosas.
Nazismo
Durante
los primeros años del siglo XX en Alemania, al igual que en varios países
europeos, se enfrentaba a serios problemas económicos, políticos y sociales,
pero de manera especial en Alemania se manifestaban grandes contradicciones
sociales, además de lo que significó que perdieran la Primera Guerra Mundial y
las sanciones que le fueron impuestas en el Tratado de Versalles, haciéndose
acreedores a ceder territorios conquistados, pagos de indemnización, reducción
de su ejército, entregar parte del material de guerra y su flota, estos
factores fueron importantes para generar y explotar un sentimiento de
“nacionalismo” para recuperar territorios que consideraban suyos. Este
sentimiento de nacionalismo fue un elemento fundamental para el establecimiento
del nazismo encabezado por Adolfo Hitler.
El
Partido Obrero Alemán, dentro de su programa político consideraba dos puntos fundamentales:
el no cumplir con los tratados de paz, en especial con el Tratado de Versalles
y la exclusión de los judíos de la comunidad alemana. Después de que Hitler ingresa
a esa agrupación, ésta se convierte en el Partido Obrero Nacional Socialista Alemán
del que Hitler se consolida como su dirigente natural.
En
1923 Hitler intenta dar un golpe de estado y ante su fracaso es detenido. En
prisión escribe su libro “Mi lucha”, que será la doctrina guía de los nazis, de
donde son retomadas las ideas que enarbola su líder, de entre las cuales destacan:
•Las
ideas racistas, dividiendo al mundo en razas inferiores y superiores o arias,
representada por los alemanes.
•El
antisemitismo, que significa el odio hacia los judíos.
•La
obediencia a un líder carismático.
Finalmente,
en 1933, Hitler llega al poder deshaciéndose de sus enemigos, entre ellos los
comunistas, e inicia en Alemania un estado totalitario convirtiéndose en el
Führer, manifestándose en la centralización del poder a través del
establecimiento de un partido único (Nazi); control de la clase trabajadora;
medios de comunicación; creación de la policía secreta (Gestapo); la
construcción y funcionamiento de campos de concentración: primero en Alemania y
posteriormente en Polonia, en donde se construye el de Auschwitz I y II, este
último no le dio tiempo terminarlo.
A
estos campos eran enviados judíos en su mayoría, así como marxistas,
homosexuales y polacos, que murieron en cámaras de gas, celdas de castigo, por
desnutrición, sometidos a jornadas de trabajo excesivo. A muchos prisioneros se
les desprendió la piel para convertirlos en lámparas o prendas de vestir, se
les arrancó el cabello para realizar pelucas, o bien que sirvieran de relleno
de los abrigos de jefes alemanes.
Aún
existen hoy evidencias de estos horrores en Polonia al oeste de Cracovia, donde
se encuentra un museo donde se exhiben las cabelleras arrancadas, el calzado
roto, las pertenecías con las que llegaban al campo de exterminio, entre otros
objetos. Y un dato irónico: en la puerta de entrada al campo de concentración
de Auschwitz I, fue colocada la leyenda “El trabajo nos hará libres”.
De
esta forma, el nazismo representa una etapa de crueldad ejercida del hombre
sobre el mismo hombre.
Estalinismo
A
la muerte de Lenin en 1924, José Stalin toma el poder y se convierte en el jefe
supremo de la URSS, derrotando así a León Trotsky a través de una serie de
intrigas políticas que le permiten imponerse sobre sus enemigos convirtiendo al
socialismo soviético en un totalitarismo de estado, lo cual se manifestó en una
centralización del poder por parte de su gobierno a través del apoyo del
partido único (PCUS).
El
estalinismo está caracterizado por los rasgos más autoritarios del comunismo
implantado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) posterior a
la muerte de Lenin y una vez superada la resistencia de los principales
opositores a Stalin, especialmente la de León Trotsky.
El
imperio de la burocracia, el recurso arbitrario a la represión de las masas, un
desproporcionado culto a la personalidad y la ejecución de los enemigos
políticos (en las que la historiografía ha denominado ‘purgas’) constituyeron
los fundamentos esenciales del estalinismo. El término también ha sido empleado
para referirse a las dictaduras comunistas caracterizadas por los mismos
elementos: la de Camboya durante el régimen de Pol Pot, la de Rumania durante
el gobierno de Nicolae Ceausescu y la de Corea del Norte con Kim Il Sung.
La
política estalinista cambió radicalmente en la sociedad soviética. Una sociedad
agraria con islotes industrializados fue transformada en todas sus estructuras.
Los mejores indicadores son el crecimiento de la población industrial y urbana,
la incorporación masiva de la mujer al trabajo, el retroceso del analfabetismo
(uno de los logros más espectaculares) o el despegue tecnológico.
El
partido y el Estado son lo suficientemente fuertes como para imponer esta
política, gracias a ello la tasa de crecimiento económico se recupera espectacularmente.
Stalin se sirve de la burocracia para fortalecer el partido y el Estado creando
así una nueva clase social privilegiada, la nomenclatura.
Con
esta política aparece la tesis del desarrollo del socialismo en un solo país
que supone el cierre de la economía y la autarquía. El consumo se controla a
través de los planes quinquenales y se aumenta gracias al consumo interno,
sobre todo de bienes de equipo.
Las
depuraciones de la disidencia son masivas, particularmente entre 1936 y 1939.
El desarrollo económico se fundamenta en los bienes de equipo y de la industria
militar.
La
sociedad se militariza como para una guerra. La guerra llega en 1941. Otra de
las características de ese gobierno fue la de establecer un régimen del terror.
Stalin desde el poder, vuelve a plantear el comunismo de guerra e inicia el
gran giro. El régimen estalinista se consolida y comienza la guerra fría con
los aliados.
El Falangismo
El
Falangismo español fue una doctrina ideológica creada por el general José
Antonio Primo de Rivera con el apoyo del rey Alfonso XIII, la cual le permitió
establecer un estado totalitario, así como la suspensión de la Constitución y
la creación de una Asamblea Nacional Constitucionalista, el establecimiento de
partido único, así como el adoctrinamiento de niños y jóvenes. Todas estas
medidas asumidas, son llevadas a cabo hasta su muerte, que acontece en 1930.
En
1931 se instaura la República a través de un proceso electoral democrático,
ganado por partidos políticos de izquierda conformado por socialistas y
liberales. Sin embargo, ante esta situación, en 1936 Francisco Franco organiza
un golpe de estado y llega al poder con el apoyo de la Iglesia y de grupos
conservadores contra del establecimiento de la República. Como respuesta, se
inició la Guerra Civil, que termina en 1939. A partir del 1 de abril de ese
mismo año establece una dictadura que se prolonga hasta su muerte (1975).
Su
gobierno se sustenta en un estado totalitario, caracterizado por centralización
del poder, represión hacia sus enemigos políticos, persecución de comunistas, establecimiento
del catolicismo como religión oficial y en los primeros años de su dictadura se
alía a los gobiernos de Alemania e Italia, considerando que esto le llevaría a
conquistar territorios y recobrar el poder que España logró en ciertos momentos
de la historia.
Nacionalismo japonés con
Hirohito.
Japón
se ha caracterizado por tener un objetivo muy claro, su política expansionista que
los ha llevado a incursionar fuera de sus fronteras. Esto lo vivió China ya que
Japón siempre se ha sentido atraído por sus territorios (Manchuria, Pekín). El
representante del gobierno totalitario en Japón fue el emperador Hirohito, quien
basó su fuerza en el ejército, aliándose con Alemania e Italia, quienes tenían
un objetivo en común, una política expansionista y, aunado a esto su
descontento por la forma en que se realizó la distribución de colonias
territoriales al término de la Primera Guerra Mundial. Aquí también fue
fundamental el culto a la persona y centralización del poder en el emperador.
La Gran Depresión de 1929.
CAUSAS
Sobreproducción
La entrada en guerra de los Estados Unidos en 1917 inauguró una etapa de fuerte crecimiento. Su economía continuó a pleno rendimiento durante los años de posguerra alcanzando su cenit en 1924.
El mercado se inundó de mercancías, pero la demanda no creció a igual ritmo, lo que condujo a un desequilibrio que indujo a la saturación del negocio y la acumulación de stocks invendibles.
El descenso de ventas se intentó corregir mediante el recurso a créditos fáciles y la venta a plazos. Los estadounidenses se endeudaron y esta situación se prolongó algún tiempo.
Por otra parte, la prosperidad no afectó a todos los ámbitos económicos por igual, quedó restringida a la industria de bienes de consumo. En el campo y en el sector de las materias primas el escenario fue bien distinto.
El mercado americano se vio desbordado, tras una sucesión de excelentes cosechas, de productos agrícolas. Los stocks se fueron acumulando por cuanto la demanda europea, muy elevada durante los años de guerra, se contrajo tras el conflicto.
La reacción de los productores al intentar mantener sus ganancias fue intensificar la producción, pero el efecto que se consiguió fue negativo: el desplome de los precios. Entonces las autoridades federales pusieron en práctica una política de signo proteccionista basada en el incentivo de la destrucción de cosechas y la adquisición de excedentes con la pretensión de estabilizar los precios.
Al concluir la contienda, la retracción de las importaciones de los países beligerantes se tradujo en el incremento de los excedentes y desplome de los precios.
Los campesinos fueron incapaces de saldar las deudas contraídas con los bancos.
Especulación
La economía norteamericana de los años veinte se sustentaba sobre frágiles pilares pues, en buena parte, estaba orientada a la especulación. Una sustanciosa parte de las ganancias empresariales no era destinada la mejora de la productividad sino a negocios fáciles y rápidos.
Los excedentes monetarios iban a parar a las bolsas donde se adquirían acciones a bajo precio y se vendían en cuanto su cotización era elevada.
A partir de 1926 ese modelo económico entró en declive.
Paradójicamente este panorama no se correspondía con la euforia que vivía el mercado bursátil, donde la escalada en la cotización de los valores era ininterrumpida y alentada por la presión de la demanda.
La razón esencial de este crecimiento hay que buscarla en la crisis industrial, ya que la merma de los beneficios empresariales alentaba al capital a buscar otros ámbitos donde hacer cristalizar los negocios.
Parte del problema radicaba en que la fuerte demanda de acciones se sustenta en capitales obtenidos mediante créditos: los bancos prestaban dinero con la sola garantía de las acciones adquiridas.
La oferta y demanda de acciones originaron un desequilibrio entre el mercado de valores y la economía productiva.
Inflación crediticia
En una economía recalentada y con un elevado nivel de saturación del mercado, se generalizó el recurso al crédito bancario como fórmula para contrarrestar el descenso de demanda e incentivar el consumo de bienes procedentes de la industria (automóviles, teléfonos, refrigeradores, etc).
Dependencia
La dependencia se gestó durante el conflicto mundial de 1914, a lo largo del cual los aliados fueron recibiendo cuantiosos créditos que les permitieron la adquisición de material bélico, materias primas y alimentos.
El final de la guerra no alteró sustancialmente la situación; por contra los préstamos se extendieron incluso a los antiguos enemigos, especialmente a Alemania que los empleó para satisfacer los pagos de las indemnizaciones de guerra.
Las economías americana y europea estaban pues estrechamente vinculadas.
Cuando, a raíz de la crisis de 1929, el presidente Hoover, siguiendo una política proteccionista, elevó los aranceles sobre los bienes extranjeros, los europeos encontraron serias dificultades para resolver sus deudas con Estados Unidos.
La dependencia económica respecto a Norteamérica se extendió por el resto del mundo. Asia, América y África, suministradoras de materias primas, con economías orientadas a la exportación, fueron especialmente vulnerables a los vaivenes del mercado internacional.
El hundimiento de la economía estadounidense arrastró a las europeas, muy ligadas al dólar, a los créditos y al sistema bancario norteamericano. Al contraerse la demanda industrial, el tráfico de materias primas se redujo y las economías coloniales entraron también en recesión. América latina, India y las posesiones africanas de Europa fueron gravemente perjudicadas por una crisis de alcance internacional.
EL CRACK DE LA BOLSA DE NUEVA YORK
El 24 de octubre de 1929 ha recibido el nombre de "Jueves negro". Las razones de tal apelativo residen en que ese día la Bolsa de Nueva York, el mayor mercado de valores del mundo, se hundió y arrastró consigo a la ruina a miles de inversores desatando una crisis que condujo a la depresión de los años 30.
El 21 de octubre esas ventas se incrementaron, pero fueron contrarrestadas por las compras que realizaron las grandes entidades bancarias (Banca Morgan).
Ese 24 de octubre se pusieron a la venta 13 millones acciones sin que en contrapartida las compras fuesen significativas. El martes 29 fueron 33 millones las que se enajenaron. La oferta masiva de títulos devaluó su cotización e impulsó a los inversores a desprenderse de sus activos.
El camino hacia el crac comenzó cuando ciertos inversores, inquietos por los indicios de debilidad del mercado, decidieron vender. Especialmente sensibles a estos signos fueron los pequeños especuladores.
El temor y la preocupación precedieron al pánico y a mediodía de dicho jueves la policía se vio obligada a desalojar la Bolsa ante los tumultos que se produjeron en sus inmediaciones. Se rumoreaba que varios acaudalados millonarios, arruinados, se habían suicidado.
El paso siguiente en el proceso fue la actuación de los bancos, que temerosos de la retirada de ahorros por parte de sus clientes, vendieron sus propias acciones con el fin de obtener liquidez, acentuado de ese modo la caída del mercado.
El 29 de octubre el descenso continuó imparable a pesar del esfuerzo de los bancos por evitar el desplome de las cotizaciones mediante la adquisición de valores.
Las empresas fueron privadas de ese modo de una fuente esencial de financiación y se vieron empujadas a reestructurar la producción y sus plantillas laborales. Unas 32.000 firmas desaparecieron entre 1929 y 1932.
La interrupción de los créditos al consumo constriñó la demanda y la actividad productiva industrial. La combinación de restricción de créditos, quiebras bancarias y cierre de empresas originó un paro sin precedentes.
Extensión de la crisis
La exportación del desastre se originó cuando los bancos americanos, cancelaron sus aportaciones crediticias en el exterior, repatriando sus capitales y provocando la quiebra en cadena de los bancos europeos.
Europa (especialmente Alemania y Austria), con una economía estrechamente vinculada a los préstamos norteamericanos (unos 14.000 millones de dólares), dejó de adquirir productos americanos, retrayendo la demanda de alimentos y materias primas a terceros países. El comercio mundial se redujo entre 1929 y 1932 en dos tercios respecto al período precedente.
Las relaciones comerciales se contrajeron y se limitaron a acuerdos bilaterales interestatales.
Una excepción a la crisis fue la URSS. La revolución socialista de 1917 había triunfado, destruyendo el sistema capitalista.
Durante el desarrollo del Segundo (1933-1938), se introdujeron elementos organizativos que mejoraron la productividad y estimularon la competitividad (stajanovismo), convirtiendo al país en la tercera potencia mundial, por detrás de Estados Unidos y Alemania.
sábado, 4 de mayo de 2013
La situación de Europa a partir de 1919.
La crisis
de posguerra (1920-1924)
Concluida la guerra los antiguos contendientes emprendieron la reconstrucción de sus
respectivas economías. 1919 fue
un año de relativo crecimiento debido a la demanda de bienes de consumo doméstico y al positivo efecto
ejercido por los créditos
norteamericanos.
Pero las secuelas de la guerra (inflación,
desmovilización de tropas, falta de puestos de trabajo, endeudamiento,
dislocamiento financiero, etc) condujeron a una recesión que se inició
en 1920 y no se superó hasta 1924. Este retroceso obedeció a causas
relacionadas con las dificultades en la reconversión de una economía bélica a otra de paz y a
desajustes entre la oferta y
la demanda. Ésta última
se estancó tras el momentáneo tirón que supuso la adquisición de efectos
domésticos, aplazada hasta la consecución de la paz.
Alimentaron la crisis dos problemas fundamentales: el de las deudas contraídas durante la
contienda, y el de las reparaciones de
guerra que Alemania estaba obligada a pagar a los vencedores (Versalles).
La relación entre ambos fue estrecha, y el papel que jugaron los créditos americanos en su solución,
fundamental.
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Estados Unidos, acreedor de los aliados,
aplicó, con el fin de controlar la inflación, una política restrictiva de préstamos tendente a reducir la masa
monetaria circulante o, lo que es lo mismo, puso en práctica una estrategia deflacionista, al tiempo que
implantaba medidas proteccionistas.
El efecto consiguiente fue la disminución
de la actividad económica europea y una escalada del paro.
Gran Bretaña, acreedora de los aliados por un valor de 1300 millones de
libras, era a su vez deudora de los Estados Unidos por un monto de 850
millones. No es de extrañar que reclamase los pagos a sus deudores para poder
atender sus propias responsabilidades.
Francia por su parte cifraba sus
esperanzas de solventar sus deudas con los Estados Unidos en el cobro de las
altas indemnizaciones de
guerra que confiaba recibir de Alemania. A lo largo de la década ejerció una
constante presión sobre ésta para obligarla a satisfacer cantidades que algunos
economistas (Keynes) consideraban excesivas.
Alemania, la peor parada, debía
desembolsar la cantidad de 6.000 millones de libras con un pago inicial de
1.000 millones. Su economía no
estaba preparada para semejante esfuerzo y no pudo hacer frente a
las entregas. Como medida de presión para hacer pagar a Alemania el ejército
francés ocupó la zona industrial del
Ruhr en enero de 1923. El marco, -unidad monetaria alemana- perdió
gran parte de su valor, se devaluó y provocó una desbocada hiperinflación que disparó los
precios, desencadenando altos niveles de desempleo.
La difícil solución del problema obligó a
abordar la cuestión de las reparaciones de guerra desde una perspectiva
diferente. Es lo que hizo el llamado Plan Dawes seguido
del Plan Young: rebajar
las cantidades que estaba obligada a liquidar Alemania (finalmente
condonadas en la Conferencia de
Lausana de 1932). Cuando por fin se puso término al tema de las
indemnizaciones, Alemania había satisfecho el equivalente a una cuarta parte de
las cantidades que inicialmente habían sido fijadas en el Tratado de Versalles.
Período de
crecimiento (1924-1929)
A partir de 1924 y hasta 1929, la
economía mantuvo el rumbo hacia superación de
la crisis de posguerra. Los Estados
Unidos se erigieron en la mayor potencia del orbe. Este período de
bonanza económica fue acompañado de comportamientos determinados por el optimismo y el consumismo, asociados al fenómeno
denominado "felices años
veinte".
En gran medida la recuperación se debió a la
ejecución en 1924 del Plan
Dawes (del financiero y político estadounidense Charles Dawes), que redujo significativamente las
cantidades que Alemania había de abonar a los vencedores, flexibilizaba el pago
de las mismas y, sobre todo, arbitraba la concesión de importantes créditos que permitían al Estado
germano hacerles frente.
El objetivo del plan era hacer que Alemania estuviese en disposición de satisfacer a sus acreedores
y que éstos, a su vez deudores de Estados Unidos, consiguiesen saldar sus
obligaciones con ellos, estableciéndose una especie de circuito del dinero que, en
definitiva, retornaría a su lugar de origen.
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El plan contemplaba asimismo el abandono a partir de 1925 del
territorio del Ruhr,
ocupado por franceses y belgas en 1923.
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En el plano político se inauguró un período de distensión que se
completó en 1925 con los acuerdos de Locarno, a
través de los cuales Alemania fue admitida como miembro de pleno derecho en
la Sociedad de naciones
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Sobre esas bases de estabilización económica y
optimismo político se sustentarían los "Felices años veinte".
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